Desperdicia tu vida. Busca una situación límite para recordarte a ti mismo el valor de lo que estás jugando a perder. No la busques. Escupe sobre tus promesas, vomita sobre tus juramentos y rompe contigo mismo. Obliga a cumplir tu voluntad. Pide. Insulta si no lo obtienes. Ten el valor de mirar a los ojos y soltar la lengua como si el resto de humanidad fuera tan imbécil. Miente. Autoconsuélate así. Busca el conflicto. Baila con el amor delante del juez al que no le interesa. Comparte aquello que te interesa. Oculta lo demasiado exclusivo. Siéntete superior ante los ojos de los carroñeros. Bebe hasta perder el conocimiento. Recréate en el sufrimiento. Miente de nuevo. Di en voz alta que quieres hacerlo. Oculta tus sentimientos. Da rienda suelta a tu sutileza. Ama durante toda la existencia. Atrévete a juzgar. Piensa. Piensa. Piensa.

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El monstruo malcriado, inculto, desinformado, descerebrado, pintorrajeado y de cabellos como sombras del infierno, respiró el aire que compartía con el paladín del bien, tan galante, culto, educado, superdotado y de correcto corte de pelo. Por atreverse a cometer semejante acto, el monstruo fue castigado hasta que emanó vapor de sus mejillas. Una vez satisfecho, el paladín del bien continuó su implacable lucha por el bien visionando gente normal.


''No todo son las notas.''